sep 2 /2008 17:53 GMT
Spa-Francorchamps, Bélgica
Honda Racing F1 Team
Este fin de semana la Fórmula 1 competirá en el legendario circuito de Spa-Francorchamps y como es habitual el piloto austriaco de la escudería Honda Racing, Alexander Würz, realizó una descripción detallada de una vuelta al trazado belga.
Spa-Francorchamps es un circuito a la antigua que resulta muy atractivo. Lo tiene todo: colinas, curvas rápidas y rectas largas. Resulta siempre muy agradable visitarlo, aunque el tiempo puede ser bastante imprevisible. En un lapso de 10 minutos se puede pasar de un sol resplandeciente a un fuerte chaparrón, por lo que correr en Spa es un poco más angustioso y complicado.
La vuelta es increíblemente larga y, en conjunto, es muy veloz. Sólo hay un tramo corto hasta la primera curva, La Source, y la salida es lo único que importa, porque la velocidad se puede mantener hasta la colina de Les Combes. Eau Rouge es sencilla para los autos con motor V8, pero hay tomarla de manera inteligente. Si se volantea demasiado, se pierde la velocidad por el exceso de fricción en las ruedas.
La recta hasta Les Combes se hace directamente en séptima y no se frena hasta llegar al final del bordillo de la izquierda, que tiene unos 60 metros. Es una combinación de derecha-izquierda-derecha totalmente interconectada, por lo que es fácil pasarse en el primer giro a derecha, que se toma en tercera porque de lo contrario se arruinaría el ritmo para las dos curvas siguientes. Si eso sucede, se pierde medio segundo como mínimo.
En la bajada hacia la horquilla Rivage, en la octava curva, se engrana la quinta antes de reducir a segunda para la curva. Es un punto muy resbaladizo y se pasa por un bache gigantesco en la frenada, que dificulta la reducción de velocidad del auto. No importa qué reglaje se haya elegido, aquí siempre hay subviraje. La salida es ligeramente peraltada, y al carecer de control de la tracción los pilotos tienen que luchar todo el tiempo con la cola del auto.
La curva 9 es bastante rápida y a la izquierda, y se toma en cuarta. Se roza el freno sólo para estabilizar la parte trasera, antes de girar y de utilizar los pianos en el vértice y en la salida. Los límites del auto aparecen de pronto y casi no hay espacio para escorarse, por lo que hay tener mucho cuidado para no pasarse.
A continuación viene Pouhon, un doble giro a izquierda sumamente rápido. Se llega en sexta y en la clasificación se frena un poco y se levanta el acelerador a la mitad. Creo que es una de las curvas más difíciles de la vuelta porque se trabaja siempre en los límites del auto, y aunque se rueda a una velocidad máxima de giro de unos 230 Km/h, uno siempre siente que puede imprimir mayor velocidad en cada vuelta.
Después hay una recta corta antes de llegar a la chicana de Fagnes, donde hay un giro muy tardío a derecha. El asfalto tiene mucho agarre y hay que utilizar los pianos, por lo que se puede ir a gran velocidad. Viene luego otra recta corta antes de entrar en la cuarta curva, que es resbaladiza y de la que hay que salir bien, porque se entra de lleno en la parada de autobús. Es una curva que se toma en tercera y en la salida uno observa cada centímetro del bordillo.
Se entra directamente en la curva a izquierda de Blanchimont y se llega a la chicane de la parada de autobús, que se reformó en 2006 y es ahora mucho más lenta. Se pasa a un vértice en la curva a derecha y a continuación hay que luchar con la falta de tracción en la salida. Prefería la antigua parada de autobús, que tenía una segunda salida más directa y uno salía a tumbos hacia la valla. Era muy divertido".